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jueves, 25 de junio de 2015

[6] LAUDATO SI, Capítulo VI: "Educación y espiritualidad ecológica"

"Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos (LS 202) [...].
"Dado que le mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos, las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios. El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico [...]. Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero (LS 203) [...]. La situación actual del mundo 'provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo'. Cuando las personas se vuelven autorreferenciales y se aíslan en su propia conciencia, acrecientan su voracidad. Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir (LS 204) [...]. Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan [...]. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios siegue alentando desde lo profundo de los corazones humanos (LS 205) [...].
"La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece [...]. Estamos ante un desafío educativo (LS 209) [...]. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los 'mitos' de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo (LS 210) [...]. 
"Sin embargo, esta educación, llamada a crear una 'ciudadanía ecológica', a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos [...]. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del medio ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias (LS 211) [...]. 
"Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis, etc. (LS 213) [...]. A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia (LS 214) [...]. 'No debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano'. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista (LS 215) [...]. 
"La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe (LS 216) [...]. La crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior [...]. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana (LS 217) [...]. Sin embargo [...], la conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria (LS 219) [...]. Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En primer lugar implica gratitud y gratuidad [...]. Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el padre nos ha unido a todos los seres (LS 220) [...]. La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo [...]. Se trata de la convicción de que 'menos es más'. La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco (LS 222) [...]. La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora [...]. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida (LS 223) [...]. 
"La sobriedad y la humildad no han gozado de una valoración positiva en el último siglo [...]. La desaparición de la humildad, en un ser humano desaforadamente entusiasmado con la posibilidad de dominarlo todo sin límite alguno, sólo puede terminar dañando a la sociedad y al ambiente (LS 224) [...]. Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo mismo [...]. Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente (LS 225) [...]. Estamos hablando de una actitud del corazón, que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido (LS 226). Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las comidas (LS 227) [...]. 
"El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión (LS 228) [...]. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos (LS 229) [...]. El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad (LS 230) [...]. El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor [...]. En este marco, junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad (LS 231) [...]. 
"No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local (LS 232) [...].
"El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre (LS 233) [...]. El místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres, y así 'siente ser todas las cosas Dios' (LS 234) [...]. Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural. A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en un nivel distinto (LS 235) [...]. En la Eucaristía lo creado encuentra su mayor elevación. La gracia, que tiende a manifestarse de modo sensible, logra una expresión asombrosa cuando Dios mismo, hecho hombre, llega a hacerse comer por su creatura (LS 236)  [...]. El domingo, la participación en la Eucaristía tiene una importancia especial [...], [ya que] derrama su luz sobre la semana entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de los pobres (LS 237) [...]. 
"El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo animando y suscitando nuevos caminos (LS 238) [...]. Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria (LS 239) [...]. Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones [...]. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sinnúmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente (LS 240) [...]. 
"María vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer 'vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza' (Ap 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado (LS 241) [...]. Junto a ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la figura de san José (LS 242) [...].
"Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Co 13,12) y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo, que participará con nosotros de la plenitud sin fin. Sí, estamos viajando hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia la casa común del cielo. Jesús nos dice: 'Yo hago nuevas todas las cosas' (Ap 21,5). La vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados" (LS 243).

Después de haber leído el Capítulo VI, podemos preguntarnos: ¿Cómo pasar de la conciencia autorreferencial y aislada a otra relacional y vincular? ¿Y de una prevalencia de actitudes utilitaristas a otras más gratuitas? ¿Qué sugerencias concretas nos da Francisco, al respecto, inspirándose en las principales corrientes de espiritualidad cristiana? ¿Qué aportaría su modo de comprender la mística a nuestro estilo concreto de vida y relación con el mundo?

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